Tras el 11-S y el nacimiento de la Seguridad Nacional, se crearon centros de fusión para vigilar a los ciudadanos estadounidenses. Y el Departamento de Justicia de Estados Unidos legalizó los experimentos no consentidos con el público.
Estos centros de fusión emplean a civiles para vigilar a individuos y acosarlos, intimidarlos, destrozar sus propiedades e interferir en su vida cotidiana. Esto se conoce como acoso de bandas. El ex agente de alto rango del FBI, Ted Gunderson, informó en 2011 que él y miles de otras personas estaban siendo blanco de ataques. El agente del FBI Mike German también lo confirmó. Varios agentes federales han informado de que estaban apuntando a los estadounidenses individuales, incluyendo a las personas que eran simplemente Pro-Vida. Y que fueron presionados para poner a más personas en sus listas de objetivos para legitimar más fondos federales.
Estos centros de fusión de Seguridad Nacional son capaces de poner a cualquier ciudadano estadounidense en la lista de vigilancia terrorista sin ninguna razón o debido proceso.
En 2012 el denunciante de la NSA, William Binney, informó de que los federales están llevando a cabo una vigilancia exhaustiva de casi todos los ciudadanos de EE.UU. y apuntando a quien les plazca.
En 2014, Glen Greenwald desveló los métodos utilizados para atacar a individuos, como piratear sus cuentas en las redes sociales, hacerse pasar por ellos y ponerse en contacto con sus amigos y compañeros de trabajo.
Targeted Justice punto com trabaja actualmente en demandar al gobierno federal por atacar a ciudadanos estadounidenses con diferentes armas de alta tecnología, incluidas las armas de energía dirigida. El síndrome de Havanna, cuando diplomáticos en Cuba fueron atacados con armas de energía dirigida, no fue un hecho aislado. Hay miles de individuos que afirman estar bajo este mismo tipo de ataque. Y tienen las cicatrices que lo demuestran.
Desde 1976, la tecnología para alterar remotamente las ondas cerebrales ha existido. Incluyendo la tecnología de Voz a Cráneo que permite al gobierno transmitir directamente voces a los cerebros de las personas.
Tan malo como todo esto es, es probable que empeore mucho más. En 2017, el Dr. James Giordano dio una conferencia sobre las últimas tecnologías del gobierno para atacar a las personas. Como las neuroarmas para controlar la función cerebral y modificar los recuerdos. Nano partículas que pueden dar a un individuo un derrame cerebral. Explica cómo pueden enfermar a las personas con una enfermedad indetectable para volverlas locas. Y dice que ya pueden controlar insectos y utilizarlos para transportar armas biológicas.
Con el pretexto de luchar contra el terrorismo o la delincuencia, las grandes potencias se han embarcado en una peligrosa carrera de tecnologías de vigilancia.
Cámaras de reconocimiento facial, detectores de emociones, sistemas de calificación ciudadana, drones autónomos… Una obsesión por la seguridad que en algunos países está dando lugar a una nueva forma de régimen político: el totalitarismo numérico. La pesadilla de Orwell.
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