El Fin de la Dinastía Romanov: Una Historia de Monarquía, Fe y Revolución.
La monarquía rusa, iniciada en el siglo XV, se cimentaba en la creencia de que mientras existiera un zar cristiano en la tierra, los oscuros poderes del Anticristo no tomarían el poder.
Esta idea estaba basada en la segunda carta a los Tesalonicenses, donde Pablo habla de un “restrenedor” que detiene el mal. La relación entre la iglesia y el estado ruso, conocida como la Sinfonía, implicaba que el estado protegía a la iglesia y la iglesia protegía al estado de caer en el pecado y la herejía.
En 1613, tras el Tiempo de Problemas, una guerra civil que sumió a Rusia en el caos, Miguel Romanov fue elegido como zar a la temprana edad de 16 años. Así comenzó el reinado de la familia Romanov, que se prolongó hasta 1917. Durante su mandato, Rusia no solo prosperó económicamente sino que también se centró en la promoción del cristianismo a nivel mundial a través del trabajo misionero.
Aunque el cristianismo ortodoxo era la religión predominante, Rusia era hogar de diversas religiones. Judíos, musulmanes y paganos tenían libertad de practicar su fe, excepto los judíos talmúdicos, cuyas tradiciones eran vistas como antirristrianas y, por ende, ilegales. Esta postura se radicalizó con la llegada de la masonería a Rusia en el siglo XVIII, introduciendo ideas liberales que chocaban con los valores cristianos tradicionales defendidos por la dinastía Romanov.
La masonería promovía la idea de que los valores cristianos estaban desfasados y obstaculizaban el progreso de Rusia en comparación con Occidente. Se introdujeron ideas liberales y la misoginia, ya que las mujeres no podían ser masonas. La masonería también abogaba por la abolición de la Sinfonía ortodoxa rusa, enseñando que todas las religiones podían unificarse.
El zar se opuso firmemente a estas ideas, lo que contribuyó a la propagación de la idea de revolución. Durante la industrialización del siglo XIX, las fábricas se convirtieron en caldo de cultivo para las ideas revolucionarias masónicas. En 1917, estas ideas culminaron en la Revolución Rusa, durante la cual la familia Romanov fue capturada y llevada a una casa de piedra en los montes Urales, conocida como Colina de la Ascensión, donde fueron brutalmente asesinados.
Según la investigación de la Iglesia Ortodoxa y las memorias de los propios asesinos, la familia Romanov fue ejecutada de una manera oscura y ritualista la noche del 17 de julio de 1918. Los 11 miembros de la familia y sus sirvientes fueron llevados al sótano, donde les dispararon en las rodillas y fueron apuñalados con bayonetas. Sus bocas fueron amordazadas para silenciar sus gritos. El zar Nicolás II, su esposa, sus cuatro hijas, su hijo y cuatro sirvientes fueron brutalmente asesinados en lo que se cree fue una representación de los 11 apóstoles restantes tras la traición de Judas.
La cabeza del zar fue colocada en un frasco y enviada a Moscú. En la década de 1920, los diarios de la familia Romanov fueron publicados por los bolcheviques, presentando al zar como un hombre honorable, altamente inteligente y devoto cristiano. Esta publicación, vista por algunos como parte del ritual, trajo vergüenza a muchos rusos que se habían vuelto contra el zar debido a la propaganda marxista.
El Sistema de la Reserva Federal, los Rothschild y la Mesa Redonda Británica se oponían al zar y a las políticas cristianas tradicionales, ya que estas se interponían en sus planes de dominación mundial. La eliminación del zar Nicolás II es vista por muchos rusos como un paso necesario para el surgimiento del Nuevo Orden Mundial que comenzó a proliferar después de su muerte.
Hoy, el zar Nicolás II es venerado como santo en la Iglesia Ortodoxa Rusa, y millones de cristianos ortodoxos creen que deben arrepentirse por permitir la destrucción de la dinastía Romanov.
La historia de la monarquía rusa y su trágico final sigue siendo un tema de profunda reflexión y debate en la Rusia moderna, recordando la compleja relación entre la fe, el poder y la política.
En 2007, se anunció que partículas de tamaño nanométrico, conocidas como Polvo Inteligente, pueden ser dispersadas sobre el campo de batalla mediante fumigación aérea.
El ejército ha contratado a varias corporaciones multinacionales para desarrollar biosensores “portátiles”. Los biosensores y el polvo inteligente pueden convertirse en algo conocido como polvo corporal que puede dispersarse dentro del cuerpo humano como una red activa capaz de proporcionar telemetría desde el interior del cuerpo para el monitoreo de humanos.
Existe una patente para usar derivados de polietilenglicol como una forma de modificar el clima, las mismas sustancias utilizadas en los nanopartículas lipídicas del COVID-19. Estos polímeros pueden integrarse con biosensores y robótica blanda para materiales inteligentes, materiales que pueden ser modificados por estímulos externos. La robótica blanda es un subcampo de la robótica que utiliza materiales flexibles en lugar de rígidos, como los hidrogeles encontrados en las vacunas experimentales contra el COVID-19.
DuPont está fabricando elastómeros para robots blandos de movimiento rápido y ha desarrollado los robots blandos más rápidos impulsados por DEA jamás reportados. Están diseñados para biosensado, interactuar con entidades biológicas y actuar a nivel celular.
En su artículo reciente, Polvo Inteligente, Biosensores, Polímeros para Geoingeniería y las Corporaciones Multinacionales que los Fabrican, la Dra. Ana Maria Mihalcea señala que estas son las tecnologías transhumanistas que proporcionarán a la IA enormes cantidades de datos, como dijo Bill Gates, “para entender 100 billones de organismos“.
También señala el hecho importante de que los elastómeros fabricados por DuPont para esta tecnología de robots blandos están hechos de los mismos productos químicos que se encuentran al analizar los mesógenos, un compuesto que exhibe propiedades de cristal líquido, encontrados en individuos seleccionados. Y parecen ser los mismos compuestos que encontró en la sangre de los vacunados, así como en la sangre de los no vacunados. Los cuales parecen ser las mismas estructuras utilizadas como parte de los circuitos electrónicos en la nanotecnología de autoensamblaje.
El polvo inteligente es un sistema de microelectromecánicos diminutos que pueden detectar luz, temperatura, vibración, magnetismo o productos químicos. Operan de forma inalámbrica en una red de computadoras, pueden usarse para propósitos de vigilancia médica o militar y pueden dispersarse por el aire a través de Chemtrails. Esto pasaría desapercibido para las masas dormidas que han llegado a aceptarlos. Cuando se combinan con la tecnología de robots blandos mesógenos, que ya se ha encontrado en varias muestras de sangre de víctimas involuntarias, podrían crear un medio para monitorear y controlar a toda la población humana.
Somos una organización sin fines de lucro que no pertenece a ningún dogma, religión o partido político. Somos 100% independientes.
Queremos alcanzar la masa crítica necesaria para quebrar este sistema perverso de esclavitud y muerte a todos los niveles.
Sabemos que no es una tarea sencilla pero la unión hace la fuerza, la fuerza hace a la voluntad y con voluntad y fuerza se hace lo que se desea en mente y corazón y así podremos manifestar nuestra realidad. Nur para todos.
