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El resto son licencias cinematográficas que hacen que los 90 minutos que dura pasen volando, como algunos de sus personajes. La película arrasa en las taquillas y está ya entre las que más beneficios han dejado a Besson.
La protagonista, interpretada por scarlett Johansson, se ve envuelta en una trama de narcotráfico. Utilizada para sacar de Taiwán una nueva droga, que lleva en su estómago, adquieren unos “superpoderes” excepcionales, cuando la bolsa que contiene la sustancia se rompe y pasa a la sangre de la protagonista. A partir de ahí Lucy se sube literalmente por las paredes y cree estar “colonizando” su propio cerebro, una frase que Besson explica así: “Supongamos que alguien consigue tener acceso al 30% de su mente, podrá acceder al 40% y así sucesivamente. Es como un efecto dominó. En cierto modo, Lucy coloniza su propio cerebro y no puede parar”.
Este argumento maquinado durante una década por Besson, no sólo ha acaparado la atención de los espectadores, atraídos por «los superpoderes del cerebro», sino también de la prestigiosa revista «Nature Neuroscience», que le dedica un editorial . «Lucy se basa en la premisa de que habitualmente solo utilizamos el 10% del cerebro y que, si de alguna manera se pudiera aprovechar el 90% restante, se desbloquearían poderes sobrehumanos», resalta. Poderes que en este caso incluyen el dominio de la fuerza de gravedad o la capacidad de estar en todas partes.
Este es un excelente ejemplo, continúa la revista, de cómo «algunas ideas sobre el cerebro, por muy erróneas que sean, gozan de gran longevidad y atractivo popular». Pero, «Lucy», «como muchas películas de Hollywood , no pretende basarse en hechos científicos y está destinada a entretener más que a educar».
Ese interés que reflejan las taquillas, y que podría despertar la envidia de muchos científicos que tratan de dar visibilidad a su trabajo, «es una evidencia de la atracción que despierta la neurociencia. Los neurocientíficos no deberían dudar en aprovecharlo para colaborar más con los cineastas y proporcionarles argumentos alternativas que se basen en hechos científicos», indica la revista.
SIN MÁS PREÁNBULO LOS INVITAMOS A VERLA
Después de ver un video en línea que se burla de un teórico de la conspiración local, los cineastas Aaron y Jim deciden hacer un documental sobre él. El hombre, Terrance G., acepta mostrarles los diversos recortes de periódicos que ha recopilado y que utiliza para establecer conexiones entre eventos históricos significativos, incluida la Primera Guerra Mundial y los ataques del 11 de septiembre. Impresionado con la profundidad de su investigación, Aaron comienza a simpatizar con Terrance, mientras que Jim se muestra escéptico. Durante una entrevista, Terrance se agita y señala a un hombre que cree que lo sigue. Poco después, Terrance desaparece sin dejar rastro. Preocupados, Aaron y Jim regresan a su apartamento, que está siendo vaciado. Aaron logra salvar los recortes de periódico. Cuando irrumpen en su casa, Aaron se muda con Jim, su esposa y su hijo pequeño, donde intenta descubrir qué tienen en común cada uno de los recortes de periódico.
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