Poder, simbolismo y silencio
Cada año, la ciudad de Nueva York se convierte en el epicentro de un evento glamuroso que deslumbra al mundo: la Medgala. Desfiles de alta costura, artistas de renombre, líderes culturales y políticos comparten escenario bajo el foco de las cámaras. Pero más allá de las lentejuelas y los titulares, se oculta un universo donde el poder simbólico, el secretismo y los rituales cobran un significado mucho más oscuro. ¿Qué hay detrás de esta aparente celebración del arte y la moda? ¿Por qué tanto interés en ocultar lo que ocurre tras las puertas cerradas? Esta investigación se adentra en los aspectos menos explorados del evento más exclusivo del mundo del entretenimiento.
Un espectáculo para los ojos… y una barrera para los ajenos.
Con un costo de 35.000 dólares por entrada individual y hasta 200.000 dólares por una mesa, la Medgala no es solo una fiesta de gala; es un filtro económico que garantiza exclusividad. Se celebra, como es tradición, en el Museo Metropolitano de Arte, un recinto público transformado en santuario privado para la élite cultural cada primer lunes de mayo. Su objetivo aparente es recaudar fondos para el Instituto del Traje, pero cada año surgen nuevas preguntas sobre la naturaleza y el simbolismo que rodean el evento.
El tema del año: una elección que no es casual.
El tema 2025 fue “el arte de las astría en el dandismo negro”, una estética que exalta la extravagancia y la opulencia en contextos culturales afroamericanos. Sin embargo, bajo la superficie de esta propuesta, los atuendos de muchos asistentes adoptaron una estética marcadamente ritualista, con un fuerte uso del color rojo, símbolos como el “ojo que todo lo ve” y referencias visuales al Bafomet, figura andrógina asociada al ocultismo. ¿Se trata de una simple coincidencia estilística o una manifestación pública de códigos internos?
Figuras públicas como instrumentos simbólicos.
Aunque la Medgala suele considerarse una reunión de élites, los verdaderos asistentes son, en su mayoría, celebridades que funcionan como marionetas mediáticas. Actores como Regé-Jean Page o Brian Tyree Henry, y artistas como Burnaboy, Amelia Grey y Lauryn Hill, desfilaron con atuendos que recordaban rituales esotéricos. Lo más destacado fue el patrón repetido de vestimenta andrógina entre las mujeres, una posible referencia a la dualidad del Bafomet, que representa la fusión de opuestos como parte de un camino iniciático ocultista.
El juego de la dualidad y el símbolo del control.
El uso de trajes blanco y negro por figuras como la exvicepresidenta estadounidense no parece inocente. En muchas tradiciones esotéricas, la dualidad es un principio central: la coexistencia del bien y del mal, del orden y el caos, del masculino y el femenino. Esta simbología, presente también en la masonería, plantea interrogantes sobre las verdaderas creencias detrás del poder político y mediático. ¿Es la estética solo una provocación artística, o estamos ante una exhibición ritualizada de ideologías ocultas?
Rituales, secretismo y censura visual.
Tras el desfile público, comienza la verdadera Medgala: eventos privados, cenas cerradas y ceremonias de las que no se filtra absolutamente nada. Se prohíben los celulares, las cámaras y cualquier posibilidad de registro. Las marcas de moda y diseñadores de élite organizan celebraciones posteriores cargadas de misterio. ¿Qué se protege realmente al impedir que el mundo vea lo que ocurre? ¿Y por qué se mantiene ese pacto de silencio?
Sincronías inquietantes y relaciones peligrosas.
Una coincidencia que no pasó desapercibida: el mismo día de la Medgala 2025 se inició el juicio contra el rapero Po Dari, acusado de cargos graves y relacionado con ediciones anteriores del evento. ¿Casualidad o sincronía significativa? La línea entre cultura, poder y complicidad parece desdibujarse cuando eventos sociales coinciden con procesos judiciales de alto perfil, en una ciudad donde todo parece estar conectado por hilos invisibles.
Conclusión: lo que se ve y lo que se oculta
La Medgala 2025 nos ofrece mucho más que una pasarela de modas: nos enfrenta a un espejo oscuro donde el poder se expresa a través del simbolismo, la exclusión y el secretismo. Las celebridades desfilan como íconos modernos, pero detrás de su brillo se esconde una estructura de poder que manipula la imagen pública como herramienta de control. Las preguntas siguen abiertas: ¿estamos ante simples estrategias de marketing simbólico, o ante rituales reales de pertenencia y dominación? ¿Qué se celebra realmente en la Medgala?
La ausencia de registros de las ceremonias posteriores, el uso repetido de símbolos esotéricos y la sincronización con eventos judiciales claves sugieren que lo que ocurre allí va mucho más allá de la moda. En un mundo hiperconectado donde todo se graba, ¿por qué tanto esfuerzo por mantener estas reuniones en la oscuridad?
Ritualismo y Simbología Oculta en Eurovisión.
El mundo del entretenimiento moderno ha sido catalogado como una «religión ocultista» que capta seguidores de todas las edades, quienes se sienten atraídos por las celebridades y eventos masivos llenos de energía vibracional, usados para inculcar su simbología y mensajes esotéricos. Entre estos eventos destaca el Festival de la Canción de Europa, conocido como Eurovisión, donde la representación de Irlanda, Bambi Tuck, ha protagonizado un controvertido espectáculo ritualista.
En su presentación, la cantante irlandesa, quien ha ganado popularidad en Europa, incorpora elementos que evocan la simbología esotérica. Se denomina a sí misma parte de un nuevo género musical llamado «POP», un acrónimo que también podría interpretarse como el instrumento usado en el ocultismo para invocar a seres de otros planos.
Su actuación en Eurovisión fue una mezcla de simbolismo oculto evidente. Se presenta dentro de un pentáculo, utilizado en el esoterismo como talismán de invocación, rodeada de velas ceremoniales que crean una atmósfera ritualística aplaudida por miles de asistentes. Su vestimenta, inspirada en Baphomet, el dios ocultista, y su rostro marcado con simbología celta, refuerzan esta estética.
La canción interpretada por Tuck, Dunstan Blood, que puede traducirse como «tristeza apocalíptica», narra el deseo de llevar desgracias a una persona mientras se ahoga en su propia tristeza. Durante la presentación, invoca a un ser de facciones oscuras con el que danza en una escena rodeada de efectos de fuego y rayos. Los gritos desgarradores complementan esta atmósfera ritualista que concluye con la frase «Y corona a la bruja».
Con más de 4 millones de espectadores a través de plataformas digitales y millones más en medios televisivos europeos, el espectáculo ha sido aceptado y aplaudido, señalando el surgimiento de una nueva forma de pseudo-religión en la mente de los seguidores de este tipo de música y eventos. La normalización de esta simbología es evidente, y muchas personas ya llevan estos mensajes en su subconsciente, lo que impulsa a que rituales esotéricos sean cada vez más aceptados.
El poder detrás de estos rituales es aprovechado por las élites para manipular las mentes de sus seguidores. La fascinación humana por lo desconocido ha sido explotada para dominar sus pensamientos. Los rituales seguirán presentándose con más frecuencia hasta que sean vistos como algo normal, reforzando las agendas ocultas del poder que maneja el mundo del entretenimiento.
El Festival de Eurovisión ha evidenciado la creciente influencia de rituales ocultistas en la música moderna, y Bambi Tuck es un ejemplo claro de cómo esta simbología se ha normalizado. La línea entre el entretenimiento y la manipulación se desdibuja cada vez más, mostrando una agenda detrás de la que pocos parecen cuestionar.
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Queremos alcanzar la masa crítica necesaria para quebrar este sistema perverso de esclavitud y muerte a todos los niveles.
Sabemos que no es una tarea sencilla pero la unión hace la fuerza, la fuerza hace a la voluntad y con voluntad y fuerza se hace lo que se desea en mente y corazón y así podremos manifestar nuestra realidad. Nur para todos.
