En el escenario global actual, donde la economía digital redefine los pilares del poder, una nueva competencia se gesta entre bastidores: el control de la infraestructura financiera del futuro.
En el centro de esta pugna emergen actores poco convencionales como Ripple, stablecoins reguladas como RLUSD, y declaraciones estratégicas por parte de líderes mundiales. Lejos de los focos tradicionales de poder, se está tejiendo una red que podría reemplazar al vetusto sistema de pagos internacionales. ¿Estamos ante una revolución silenciosa liderada por élites tecnofinancieras? ¿Y qué papel juegan los pequeños inversores en este juego de gigantes?
Trump y las criptomonedas: más que retórica electoral
Durante una reciente entrevista en Mid Press, Donald Trump lanzó una advertencia que no pasó desapercibida: “Si no lo hacemos nosotros, lo hará China”. La referencia directa a las criptomonedas marca un giro en la narrativa pública de un expresidente que ha colocado a David Sacks como responsable de criptomonedas e inteligencia artificial en su equipo.
No se trata solo de palabras. La continuidad de sus declaraciones, la organización de eventos pro-cripto y el acercamiento explícito a empresas tecnológicas confirman que la criptomoneda, lejos de ser un tema de campaña, se ha convertido en una pieza estratégica de su visión geopolítica. En su lógica, liderar la revolución cripto es clave para no perder la hegemonía global frente a potencias como China.
Ripple y Circle: ¿una alianza que reconfigura el tablero financiero?
En el terreno de las infraestructuras, se especula con una jugada que podría redefinir los pagos institucionales: la adquisición de Circle —emisora de la stablecoin USDC— por parte de Ripple. De concretarse, no solo uniría dos de los proyectos más regulados y robustos del ecosistema, sino que representaría un golpe directo a SWIFT y al sistema bancario tradicional.
USDC ya tiene una aceptación institucional significativa. Integrarlo con la red RippleNet y el token XRP implicaría fusionar cumplimiento normativo, liquidez y escalabilidad a nivel global. Más allá del entusiasmo especulativo, se trata de una movida que puede sentar las bases de una red financiera paralela al sistema actual.
La SEC, BlackRock y los hilos invisibles del nuevo orden financiero
En una jugada inesperada, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) ha convocado a gigantes como BlackRock, Fidelity, Nasdaq, Robinhood y Franklin Templeton para formar parte de su nueva fuerza de tarea cripto. Lo que llama la atención no es solo la envergadura de las instituciones involucradas, sino la inclusión de Robert Mitchnick, actual directivo de BlackRock y ex responsable de activos digitales en Ripple.
Este tipo de movimientos sugiere que las decisiones regulatorias no se están tomando en aislamiento burocrático, sino desde mesas donde confluyen quienes diseñan tanto las reglas como las tecnologías emergentes. El conocimiento interno de Ripple por parte de Mitchnick le otorga un valor estratégico dentro de esta élite financiera que, más que combatir al criptoespacio, parece dispuesta a integrarlo bajo sus propios términos.
RLUSD: la stablecoin de Ripple entra al mercado institucional
Otro paso firme en esta estrategia es la entrada oficial de RLUSD, la stablecoin de Ripple, al exchange regulado Gemini. Esta moneda estable no solo es compatible con XRP Ledger, sino que está diseñada para ser una herramienta clave en los sistemas de pagos gubernamentales y corporativos.
Que RLUSD esté ya disponible en un entorno regulado estadounidense valida su diseño y anticipa su adopción en ecosistemas financieros tradicionales. No es solo un activo más, es el engranaje que podría permitir a Ripple ofrecer una solución integral y directa de pagos transfronterizos, cumpliendo con regulaciones y evitando fricciones con el sistema bancario.
¿Y el inversor minorista? Visión frente a especulación
Frente a estos movimientos colosales, muchos inversores se preguntan si aún están a tiempo de participar. Las cifras hablan por sí solas: menos del 7% de la población mundial invierte en criptomonedas, y apenas un puñado conoce activos como XRP, XDC, XLM, HBAR, o Algorand. El miedo, la desinformación y la impaciencia hacen que gran parte del potencial quede en manos de unos pocos.
El argumento de que “la élite no dejará que la gente se enriquezca” pierde peso cuando se analizan otros momentos históricos: el auge del petróleo, el ferrocarril, el Internet o las acciones tecnológicas en los años 2000. Siempre hubo una minoría que, al anticiparse, obtuvo beneficios. El sistema no colapsó: se adaptó, absorbió y reguló el cambio.
Reflexión final: entre la visión estratégica y la resistencia sistémica
Estamos ante un cambio de paradigma. No se trata solo de tecnología o inversión, sino de una transformación profunda en la forma en que se mueven los recursos, se construye la confianza y se ejerce el poder. Ripple, RLUSD, la entrada de BlackRock al ecosistema cripto y el apoyo implícito de figuras políticas como Trump no son hechos aislados. Son piezas de un rompecabezas más grande: la transición hacia un sistema financiero digitalizado, programable y posiblemente controlado por nuevas élites tecnológicas.
La gran pregunta no es si las criptomonedas serán el futuro, sino quién las dirigirá y bajo qué condiciones. En ese tablero, los inversores que hoy observan, investigan y actúan con visión podrían no solo anticiparse al cambio, sino beneficiarse de él… siempre que comprendan que esta no es una carrera de velocidad, sino una maratón estratégica.
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