En la historia humana, los símbolos han desempeñado un papel crucial, sirviendo a diversos propósitos.
En la actualidad, muchos de estos símbolos de poder son utilizados con fines de control y adoctrinamiento. Uno de los símbolos más curiosos empleados por el poder oculto en la programación mental es el ataúd, utilizado como un método traumático y de confinamiento para los receptores de rituales esotéricos secretos.
Las celebridades, conocidas por su inmenso número de seguidores, riqueza y poder, no alcanzan el éxito mundial sin antes pasar por complejos rituales que fracturan su mente, creando traumas que permiten controlarlos a voluntad. El ataúd juega un papel clave en este proceso, simbolizando el fin de una vida esotérica y el renacimiento en un nuevo nivel de perfección y elevación moral. Representa la muerte del yo y la ritualización del grado de maestro masón.
En una grabación secreta de una iniciación ocultista en una logia masónica inglesa, se puede ver cómo el iniciado renace, adentrándose en un ataúd. Este símbolo, frecuentemente hexagonal, es usado para enviar a las personas a otro plano existencial, marcando un claro significado esotérico. Durante mucho tiempo, los ocultistas han considerado esta figura como un portal geométrico, un sigilo invocador que mejora las manifestaciones no humanas en sus rituales, abriendo portales hacia mundos no físicos desconocidos para la mayoría.
El símbolo del ataúd tiene raíces profundas en la orden de los Nueve Ángulos, fundada en 1960 en el Reino Unido, de donde provienen muchas enseñanzas masónicas actuales. Esta orden antigua describe sus creencias como una mezcla de hermetismo tradicional con ocultismo místico y siniestro, donde la deidad principal es conocida como Satanás o Set. Los seguidores de esta orden, como Anton LaVey, fundador de la Iglesia de Satán en 1966 en California, han influido enormemente en la evolución de estas prácticas ocultistas.
LaVey se refería constantemente a la ley de los Nueve Ángulos en sus escritos, describiéndola como una ciencia mágica oculta tras la geometría del ataúd. Este objeto es utilizado para crear una atmósfera esotérica ideal para prácticas ocultistas, logrando que la mayoría de las personas realicen rituales sin saberlo al normalizar el uso del ataúd en el contexto de la muerte.
Hoy en día, este símbolo es reverenciado por famosos y personalidades que rinden culto a este objeto simbólico, usándolo en publicidades, shows musicales, dibujos animados y logotipos de grupos musicales. Incluso, es una estructura utilizada por maestros masones para dirigir acciones de reflexión en rituales masónicos. En películas y otros ámbitos de la cultura actual, el ataúd se ha vuelto un objeto arraigado, participando en rituales desconocidos para muchos.
La élite oculta ha logrado que veamos estos elementos como algo normal, siendo en realidad antiguas ceremonias ritualistas utilizadas para abrir portales hacia otros mundos. Las tradiciones ocultistas han sido integradas en nuestra vida cotidiana sin que nos demos cuenta de su verdadero trasfondo.
¿Qué opinas sobre la práctica de la velación de una persona sin vida? ¿Crees que tiene un trasfondo ocultista impuesto poco a poco hasta que la gente lo vea como algo normal? Déjanos saber tus opiniones abajo en los comentarios. Agradecemos a todos los miembros del canal por su apoyo a este proyecto alternativo llamado Origen.
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Este colectivo ha emergido como una fuerza combativa contra la zona de emisiones ultra bajas denominada ULEG (Ultra Low Emission Zone). Este plan, implementado con el objetivo de reducir la contaminación del aire en la capital británica, ha desencadenado un profundo debate sobre la justicia económica, la libertad individual y la privacidad.
La ULEG fue establecida por el alcalde de Londres, Sadiq Khan, y lanzada oficialmente el 8 de abril de 2019. Su propósito principal es disminuir la polución del aire, cobrando una tarifa diaria a los vehículos que no cumplen con los estándares de emisiones más recientes para ingresar a ciertas áreas de la ciudad. Los defensores de la ULEG argumentan que esta medida es crucial para mejorar la calidad del aire, reducir enfermedades respiratorias y combatir el cambio climático. Sin embargo, la implementación de la ULEG no ha estado exenta de críticas.
Los opositores, entre ellos los Black Runners, sostienen que esta política impone una carga financiera desproporcionada sobre los conductores de vehículos más antiguos y menos eficientes, quienes generalmente son personas de menores ingresos. Además, argumentan que la ULEG es una manifestación del creciente control gubernamental sobre la vida privada de los ciudadanos. Los Black Runners han llevado a cabo una serie de acciones directas para sabotear la infraestructura de la ULEG, incluyendo cortar cables, desactivar cámaras y destruir equipos de monitoreo.
Hasta la fecha, han dañado cientos de cámaras de la ULEG, causando millones de libras en reparaciones y pérdidas para las autoridades locales. Estas acciones han sido tanto condenadas como alabadas por diferentes sectores de la sociedad. Mientras las autoridades describen estos actos como vandalismo y sabotaje, muchos ciudadanos ven a los Black Runners como defensores de la libertad individual y la justicia económica.
La polémica en torno a los Black Runners se intensificó cuando dos niños resultaron heridos en un accidente automovilístico después de que miembros del grupo cortaran semáforos para destruir las cámaras de la ULEG. El accidente ocurrió en el sur de Londres, cuando cinco semáforos y cámaras fueron destruidos, resultando en una colisión que dejó a seis personas heridas, incluidos dos niños.
Los defensores de los Black Runners argumentan que la ULEG es una medida elitista que castiga a los más vulnerables, señalando que muchas personas no pueden permitirse actualizar sus vehículos para cumplir con los nuevos estándares de emisiones. Critican la falta de alternativas viables y asequibles en el transporte público, que sólo aquellos con dinero pueden acceder al transporte privado mientras los demás deben soportar las limitaciones impuestas.
Uno de los aspectos más controvertidos de la ULEG es el uso de cámaras de vigilancia para monitorear y hacer cumplir las normas de emisiones. Los críticos argumentan que este sistema es una invasión a la privacidad y un paso hacia un estado de vigilancia. Comparan la ULEG con otras formas de control gubernamental implementadas en otras partes del mundo, que utilizan sistemas de vigilancia similares.
Los Black Runners consideran que las cámaras de vigilancia son una herramienta de control estatal que socava las libertades individuales. Su resistencia no solo se dirige contra la ULEG, sino también contra lo que perciben como una tendencia cada vez más amplia hacia la monitorización y el control de los ciudadanos. Esta resistencia puede compararse con otros movimientos que se oponen a medidas gubernamentales invasivas, como el movimiento de los chalecos amarillos en Francia.
Somos una organización sin fines de lucro que no pertenece a ningún dogma, religión o partido político. Somos 100% independientes.
Queremos alcanzar la masa crítica necesaria para quebrar este sistema perverso de esclavitud y muerte a todos los niveles.
Sabemos que no es una tarea sencilla pero la unión hace la fuerza, la fuerza hace a la voluntad y con voluntad y fuerza se hace lo que se desea en mente y corazón y así podremos manifestar nuestra realidad. Nur para todos.
