El lema popular hoy en día es “Cree en la ciencia”. A menudo se usa como un arma contra las personas que rechazan no la ciencia en principio, sino una u otra propuesta científica prominente, ya sea sobre la vacuna COVID-19, el cambio climático, la teoría del Bigbang o de la gravedad, por mencionar unos pocos.
Mi propósito aquí no es defender o negar ninguna posición científica en particular, sino cuestionar el modelo de ciencia desde el que parecen trabajar los creyentes autoproclamados más ruidosos en la ciencia. Su modelo hace que la ciencia parezca casi idéntica a lo que ellos quieren decir y atacan como religión. Si ese es el caso, no deberíamos escucharlos cuando nos sermonean al resto de nosotros sobre cómo prestar atención a la ciencia.
El problema más claro con la advertencia de “creer en la ciencia” es que no sirve de nada cuando se encuentran científicos bien acreditados, es decir, expertos auténticos, en ambos (o en todos) lados de una cuestión empírica determinada. Las partes dominantes de la intelectualidad pueden preferir que no sepamos esto, pero existen expertos disidentes en muchas cuestiones científicas que algunos pronuncian alegremente como “resueltas” por un “consenso”, es decir, más allá del debate. Esto es cierto con respecto a la naturaleza precisa y las posibles consecuencias del cambio climático y los aspectos del coronavirus y su vacuna. Sin evidencia real, los inconformistas acreditados a menudo son calumniados por haber sido corrompidos por la industria, con la fe tácita de que los científicos que expresan la posición establecida son puros e incorruptibles. Es como si la búsqueda de dinero del gobierno no pudiera en sí misma sesgar la investigación científica. Además, nadie, ni siquiera los científicos, es inmune al sesgo de confirmación y pensamiento grupal.
Pese a la veneración que profesa la postmodernidad por la ciencia, se nota ciertamente el rechazo de la segunda por la primera. Basta evocar el “Escándalo Sokal” para advertir dicho fenómeno.
Recordemos que el propio Lyotard propuso los juegos de lenguaje en detrimento de los grandes relatos; los juegos de lenguaje no eran otra cosa que una certera descripción epistemológica del juego científico, tomando como eje los paradigmas de Kuhn.
Entonces, aunque la postmodernidad admira la utilidad que posee el conocimiento científico (ya que busca reemplazar el concepto de “verdad” por el de “eficiencia”), a muchos científicos no les agrada el utilitarismo que impone la forma de ser postmoderna y buscan reconquistar justamente el dogmático concepto de verdad.
La ciencia acarrea así la misma contradicción de la Ilustración (de la que le gusta sentirse heredera): por un lado, predica un antidogmatismo pluralista, mientras, por otro, pretende venerar el dogmático concepto de verdad del que requiere el conocimiento científico. En última instancia, es perfectamente lícito concluir que el cientificismo solo quiere imponer su dogmatismo; al igual que ocurrió no pocas veces durante la Ilustración.
Pero también debemos recordar que las afirmaciones empíricas de esas autoridades son anulables; es decir, en principio están abiertos a la refutación y tal vez a la refutación, es decir, al proceso científico. Aparte de los axiomas de la lógica indispensables y autovalidables, todas las afirmaciones están abiertas en este sentido. Ese proceso es lo que nos lleva a la verdad. Como señaló John Stuart Mill en En libertad, incluso un disidente que tenga un punto de vista demostrablemente equivocado sobre una cuestión podría saber algo importante sobre esa misma cuestión que se ha pasado por alto. Para nuestro peligro, callamos a la gente o los calificamos de herejes. Eso es dogma, no ciencia.
Los ateos, por lo general, acusan a los creyentes de haberse inventado a Dios para satisfacer ciertas necesidades psicológicas, sin embargo no existe Ateos en estado puro dado que siempre en algo se cree o alguien se cree e incluso lo más paradojico es cuando alguien decide dejar de creer en una observación directa o experimentación Rpropia para no romper el vinculo con su creencia sea esta Religiosa o Ateo Materialista.
Pro ejemplo los ateos no se encuentran libres de perjuicios y necesidades psicológicas, y los mismos influyen en sus hallazgos experimentales y en su actitud hacia distintas teorías científicas. Aunque puede que se adulen, no son inmunes a la tendencia de ver las cosas del modo que desean. La teoría de la evolución de Darwin es un ejemplo o tambiém la Doctrina Copernicana o por que no la existencia de la Teoría del Contagio o los Combustibles provenientes de Fosiles de Dinosaurios o la mismisima Teoría del Bigbang que casualmente es inventada por un Clérico de origen belga llamado George Lamaitre.
En otras palabras, las teorías científicas producen enunciados predictivos que, de cumplirse, corroboran científicamente la teoría en cuestión.
Pero que pasa cuando los hechos físicos y evidenciables les demuestran que han estado dentro de una creencia, un dogma y no dentro la “libertad que ellos creian tener”.
Somos una organización sin fines de lucro que no pertenece a ningún dogma, religión o partido político. Somos 100% independientes.
Queremos alcanzar la masa crítica necesaria para quebrar este sistema perverso de esclavitud y muerte a todos los niveles.
Sabemos que no es una tarea sencilla pero la unión hace la fuerza, la fuerza hace a la voluntad y con voluntad y fuerza se hace lo que se desea en mente y corazón y así podremos manifestar nuestra realidad. Nur para todos.