¿Alguna vez te has preguntado cómo ciertos países terminan con enormes deudas impagables, o por qué las grandes corporaciones multinacionales parecen tener tanto poder sobre los recursos naturales de los países en desarrollo?
La respuesta podría sorprenderte y cambiar tu percepción del mundo. Hoy, exploraremos el oscuro y turbio mundo de los “Asesinos Económicos”, quienes juegan un papel crucial en la creación y mantenimiento del primer imperio global en la historia.
Un “Asesino Económico” es un profesional altamente remunerado que manipula economías globales para beneficiar a las grandes corporaciones y a las élites ricas de su país. Su modus operandi implica identificar países con valiosos recursos naturales que sus corporaciones desean, como el petróleo. Luego, se organiza un gran préstamo para ese país, usualmente a través del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Sin embargo, el dinero del préstamo nunca llega realmente al país beneficiario. En cambio, se destina a contratar grandes corporaciones para llevar a cabo proyectos de infraestructura como plantas de energía, parques industriales y puertos. Estos proyectos solo benefician a una pequeña élite local y a las corporaciones extranjeras, dejando al país con una deuda enorme que no puede pagar.
Esta deuda impagable es una herramienta clave de control. Cuando el país no puede cumplir con sus obligaciones, los “Asesinos Económicos” regresan con demandas. Estas pueden incluir vender sus recursos naturales a precios ridículamente bajos, permitir la construcción de bases militares, apoyar votos en las Naciones Unidas, o privatizar sus sistemas de agua y electricidad para venderlos a corporaciones multinacionales.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Irán en los años 50. Mohammad Mossadegh, un líder democráticamente elegido, intentó que las compañías petroleras extranjeras pagaran más por el petróleo iraní. Esto no agradó a las corporaciones y al gobierno estadounidense, quienes enviaron a un agente de la CIA para orquestar un golpe de estado, reemplazando a Mossadegh con un líder más dócil a sus intereses.
Otro caso notable es el de Ecuador y su presidente Jaime Roldós, quien buscaba usar los recursos petroleros de su país para beneficiar a su pueblo. Cuando se negó a ser corrompido, fue asesinado en un sospechoso accidente aéreo. Lo mismo ocurrió con Omar Torrijos en Panamá, quien también fue asesinado bajo circunstancias similares.
El sistema de los “Asesinos Económicos” ha evolucionado y se ha perfeccionado a lo largo de los años. Países como Venezuela, bajo el liderazgo de Hugo Chávez, y muchos otros en América Latina, han enfrentado golpes de estado y manipulaciones económicas cuando intentaron desafiar este sistema.
La globalización, impulsada por las corporaciones multinacionales y las instituciones financieras internacionales, ha incrementado la desigualdad y la pobreza en muchas partes del mundo. Países endeudados se ven obligados a implementar políticas de ajuste estructural que benefician a las corporaciones y perjudican a la población local.
El imperio global de los “Asesinos Económicos” es real y continúa operando desde las sombras, explotando a las naciones más vulnerables y enriqueciendo a unos pocos poderosos. Es crucial estar informado y consciente de estas dinámicas para poder exigir un cambio y justicia económica a nivel global.
Para profundizar más en este tema y entender cómo podemos luchar contra estas injusticias, te invitamos a ver nuestro video completo.
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¿Alguna vez has imaginado un mundo donde los humanos ya no gobiernan, sino que somos controlados por entidades más avanzadas?
Lo que parece un argumento de ciencia ficción está siendo seriamente discutido en los más altos círculos de poder global. En este informe, exploramos las impactantes declaraciones y planes revelados por el Foro Económico Mundial (WEF) y sus influyentes aliados. ¡Descubre cómo su visión del futuro puede cambiar para siempre la vida humana tal como la conocemos!
En una reciente conferencia, Yuval Noah Harari, asesor del WEF, lanzó una predicción alarmante: “Somos probablemente una de las últimas generaciones de Homo sapiens”. Harari afirma que, dentro de un siglo, el planeta será dominado por entidades más diferentes de nosotros que nosotros de los neandertales. La clave de este cambio será la capacidad de ingeniería de cuerpos, cerebros y mentes, transformando por completo nuestra economía y sociedad.
“Quien controle los datos, controlará el futuro”, dice Harari. La recopilación masiva de datos permitirá a quienes los posean decidir no solo el destino de la humanidad, sino también el futuro de la vida en sí. Con tecnologías avanzadas, los datos personales se convertirán en la nueva moneda de poder, y la privacidad será cosa del pasado.
El WEF no oculta sus intenciones. Michael J. Evans, presidente del grupo Alibaba, reveló que están desarrollando un rastreador de huella de carbono individual que medirá desde dónde viajamos hasta lo que comemos. Este es solo un ejemplo de la ambición de crear un sistema de vigilancia omnipresente, donde cada aspecto de nuestras vidas esté bajo constante monitoreo.
Klaus Schwab, fundador del WEF, ha promovido la Cuarta Revolución Industrial, un concepto que aboga por la modificación genética y la fusión de humanos con máquinas. Según Schwab, esto no solo cambiará lo que hacemos, sino quiénes somos. Esta perspectiva futurista promete “mejorar” nuestras capacidades humanas, pero a costa de nuestra autonomía y libertad.
Para implementar esta red de vigilancia global, se están desarrollando ciudades inteligentes en todo el mundo. Estas urbes estarán repletas de tecnologías inteligentes que monitorean cada movimiento de sus habitantes. La construcción de la ciudad inteligente más grande del mundo en los Países Bajos, que requerirá la destrucción de miles de granjas, es un ejemplo de cómo se prioriza el control tecnológico sobre las preocupaciones ambientales reales.
A pesar de estos planes, hay un creciente movimiento de resistencia. Más de 1600 científicos de todo el mundo han publicado un informe declarando que no existe una emergencia climática, desafiando así la narrativa que justifica estas medidas extremas. La clave está en la unidad y la acción colectiva para decir no a estos planes de control total.
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