Hace unos días se emitió un debate presidencial en Estados Unidos con los candidatos Donald Trump y Joe Biden.
Durante el evento, muchos espectadores observaron a Biden como un hombre mayor y senil, cuestionando su capacidad para ocupar el cargo de presidente de una de las potencias económicas y militares del mundo. Su mirada perdida y su dificultad para emitir frases coherentes plantearon una inquietante pregunta: ¿Quién realmente está gobernando Estados Unidos?
El debate dejó en claro que Biden no es quien dirige la economía del país ni toma decisiones sobre operaciones militares. En su lugar, parece que personas en las sombras, no elegidas por el pueblo, manejan el país para imponer sus agendas. Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos; muchas naciones alrededor del mundo están bajo el control de estas organizaciones internacionales.
La presidencia de Joe Biden, como sugiere su avanzada edad y estado de salud, parece haber sido planeada mucho antes de que asumiera el cargo. La intención principal parece ser remodelar Estados Unidos para que se ajuste a un nuevo orden mundial en formación. Este control externo sobre líderes nacionales no es nuevo, pero en el caso de Biden, su evidente declive cognitivo lo hace más notorio.
Medios influyentes como The Economist y The New York Times han criticado abiertamente la capacidad de Biden para gobernar. The Economist, en su reciente portada, muestra un caminador con el sello presidencial, indicando la debilidad de Biden para liderar. The New York Times ha instado a Biden a retirarse de la carrera presidencial, sugiriendo que el mayor servicio público que puede ofrecer es no postularse nuevamente.
Uno de los instrumentos más reveladores de esta agenda global es la inmigración descontrolada. Esta estrategia está diseñada para acabar con las culturas e identidades nacionales, promoviendo una cultura global que facilite la implementación de un gobierno único mundial. La apertura de la frontera sur de Estados Unidos por parte de Biden, aparentemente inexplicable, se entiende mejor en el contexto de estas agendas globales.
El debate presidencial y las críticas de medios influyentes sugieren que Joe Biden es un títere en un escenario más grande, controlado por el verdadero poder en las sombras. Los presidentes sirven como figuras representativas, pero las decisiones ya están tomadas de antemano por estos poderes ocultos.
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n este informe, se detalla cómo la portada sugiere que los eventos mundiales no son esporádicos o casuales, sino que están cuidadosamente planificados con meses o incluso años de antelación.
En la parte superior de la portada, se destacan las elecciones en México y Estados Unidos. Aparecen las siluetas de Donald Trump y Claudia Sheinbaum, recientemente elegida presidenta de México. Este paralelismo sugiere que la democracia es una ilusión, sostenida por quienes no perciben las manipulaciones tras bambalinas.
El centro de la portada presenta una urna de votaciones con una dualidad de colores, rojo y azul, que convergen en el centro. Este simbolismo indica que, aunque parezcan opuestos, ambos colores representan la misma mentira de la democracia, donde los actores políticos aparentan ser oposición mientras son títeres de una agenda común.
Junto a la urna, se destacan dos factores clave: el dinero y la digitalización de la información. Estos representan las herramientas utilizadas para manipular la percepción del mundo. Además, la silueta de Donald Trump con un signo de interrogación insinúa la incertidumbre de las élites sobre su alineación con sus planes, especialmente considerando sus promesas de desclasificar documentos sensibles si es reelegido en 2024.
Los casos de ocultación de información vital y la eliminación de políticos que se desvían de la narrativa oficial son recordatorios de cómo las élites mantienen el control. La diferencia entre Trump y Sheinbaum radica en su relación con estas agendas.
La capacidad de la revista para “predecir” el futuro no es tal, sino que informa lo que ya está planificado en reuniones secretas como la Reunión Bilderberg de 2024. Esta reunión, celebrada en Madrid, contó con la presencia de figuras poderosas como Guillermo Alejandro, Eric Schmidt y David Patronus. La editora en jefe de The Economist, Zanny Minton Beddoes, también asistió, lo que explica la precisión de las predicciones.
La revista The Economist siempre ha sido un reflejo de las tendencias y preocupaciones globales, proporcionando una ventana hacia lo que los poderosos tienen en mente.
La portada del 11 de mayo de 2024 no es una excepción, titulada “El nuevo orden económico”, y ofrece una visión provocadora del futuro cercano.
La portada de esta edición ilustra una división económica global inminente. Se proyecta un mundo dividido en bloques económicos territoriales: América del Norte, América del Sur, Oceanía con Australia en una categoría aparte, África, Medio Oriente, y una fraccionada Asia y Europa. Esta representación nos recuerda al distópico mundo descrito en “1984” de George Orwell, donde el mundo se divide en bloques económicos y políticos, eliminando las identidades nacionales.
El artículo que acompaña la portada argumenta que la economía mundial está al borde del colapso, con el orden establecido después de la Segunda Guerra Mundial mostrando señales de fragilidad. Diversos factores, incluyendo conflictos actuales y la corrupción generalizada, amenazan con desestabilizar el sistema global. La solución propuesta es un nuevo sistema económico, digitalizado y con mayor control sobre la población.
Históricamente, las portadas de The Economist han sido proféticas. Por ejemplo, la portada del 27 de junio de 2020, mostraba un panorama de catástrofes, muchas de las cuales se han cumplido: erupciones volcánicas, pandemias, meteoritos pasando cerca de la Tierra, y temperaturas extremas. Recientemente, entre el 9 y 12 de mayo de 2024, se han registrado fuertes llamaradas solares, cumpliendo otro de los cuadros de esa portada.
Estas erupciones solares, 17 veces más grandes que la Tierra, han afectado las comunicaciones, la red eléctrica, la navegación y los satélites. Incluso han provocado una anomalía gigantesca en el Océano Atlántico. Las auroras boreales visibles en varios países son un recordatorio del poder del sol y su impacto en nuestra tecnología, que es el pilar de la sociedad moderna.
La portada de The Economist del 11 de mayo de 2024 no solo predice cambios, sino que también sugiere que estos cambios están siendo orquestados por los más poderosos, quienes se esconden detrás de grandes corporaciones y organizaciones internacionales. Estos cambios no son fruto del agotamiento natural del sistema, sino de una manipulación deliberada para instaurar un nuevo orden económico con un control digital extremo.
Estamos en una fase de transición hacia un nuevo sistema económico, cultural, social, religioso y político. El futuro dependerá de nuestra capacidad para adaptarnos y resistir esta transformación. Si no actuamos, los poderosos podrían tener éxito en su intento de cambiarlo todo. Solo el tiempo dirá si esta visión se convertirá en realidad o si fracasará en el intento.
En resumen, la portada de The Economist del 11 de mayo de 2024 nos ofrece una visión inquietante pero fascinante de un posible futuro cercano. Nos insta a reflexionar sobre los cambios en el horizonte y a cuestionar quién realmente está detrás de ellos.
Somos una organización sin fines de lucro que no pertenece a ningún dogma, religión o partido político. Somos 100% independientes.
Queremos alcanzar la masa crítica necesaria para quebrar este sistema perverso de esclavitud y muerte a todos los niveles.
Sabemos que no es una tarea sencilla pero la unión hace la fuerza, la fuerza hace a la voluntad y con voluntad y fuerza se hace lo que se desea en mente y corazón y así podremos manifestar nuestra realidad. Nur para todos.